Mejoran las condiciones de empleadas domésticas

Después de una guerra civil de 50 años, Colombia está cerca de firmar un acuerdo de paz. Ese tratado podría cambiar radicalmente el panorama colombiano. Pero para millones de mujeres indígenas, afrocolombianas y campesinas, va a ser difícil recuperarse. La guerra las ha desplazado desde las zonas rurales hacia las ciudades, donde están básicamente «atascadas» – como empleadas domésticas. Las condiciones de empleadas domésticas en Colombia frente a otros trabajadores son críticas.

En su mayoría de bajos recursos y sin educación, muchas de estas mujeres se dedican a limpiar las casas de los “ricos” para ganarse la vida. Para algunas de ellas, el trabajo doméstico significa largas horas de labor por bajos salarios y pocos, o ningún beneficio.

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Días largos por unos pocos pesos

Belén García es una del aproximadamente millón de empleadas domésticas registradas en Colombia. Por un día completo de trabajo gana tan sólo $40.000 pesos. Una madre soltera con dos hijas adolescentes, debe con sus ingresos pagar el arriendo, el mercado, el transporte y los gastos del colegio.

Cada semana hace la limpieza en tres hogares en el norte de Bogotá. Las condiciones de empleadas domésticas que se enfrentan a diario no son fáciles. Si se enferma no le pagan el día, y no tiene seguridad social ni afiliación a pensiones. Además de su jornada laboral, pierde largas horas en viajes. Seis horas de ida y vuelta en bus.

García encuentra un apoyo y una defensora en una de las familias para las que trabaja: Valentina Montoya, activista feminista y abogada que trabaja actualmente en la Universidad de Harvard y quien investigañas condiciones de empleadas domésticas en el entorno laboral colombiano. Montoya dice que es importante recordar que a pesar de que muchas mujeres como García están desplazadas a causa del conflicto armado, lo que buscan la mayoría no es lástima sino respeto.

«No están actuando sólo como las mujeres víctimas vulnerables que son y que quieren muchos beneficios – no«, dice Montoya. «Ellas entienden que, como cualquier otro empleado, tienen sus obligaciones y responsabilidades, y que quieren mejorar en eso

Tanto Montoya y García indican que los hogares «ricos» de Colombia deben gran parte de su capacidad de trabajar fuera del hogar a la ayuda doméstica empobrecida. Montoya sostiene que los hogares privilegiados deben reconocer los derechos laborales de las mujeres que lo hacen posible. García está de acuerdo.

«Si no nos encargamos de su ropa, hacer la comida, no van a ser capaces de trabajar. Y si no nos pagan, entonces no seremos capaces de sobrevivir «, dice García. «Los dos nos necesitamos unos a otros. Nos deberían apoyar más«.

A pesar de que Colombia está suscrito al tratado de la Organización Internacional del Trabajo que establece normas internacionales para los trabajadores domésticos, tales como proporcionar seguro médico y otros beneficios, se han hecho muy pocos esfuerzos para hacer cumplir este acuerdo.

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Un principio de concientización en el país

En Medellín, las empleadas domésticas han comenzado a organizarse en torno a las campañas de redes sociales para llamar la atención sobre su difícil situación, obteniendo la atención de la prensa y los políticos.

Montoya espera que el movimiento en Medellín pueda extenderse a otras ciudades, como Bogotá, para ayudar a detener los salarios crónicamente bajos, falta de prestaciones y el abuso del empleador que enfrentan las empleadas domésticas. Para García, el sólo hecho de ser vista como una profesional, en lugar de verla como una sirvienta, sería un paso importante.

Hogaru hace un llamado a todos los empleadores a que valoren la labor de las empleadas domésticas, a que se respeten sus derechos laborales como a cualquier otro trabajador tales como afiliación a salud, ARL, pensión y demás afiliaciones que exige el Ministerio de Trabajo en Colombia para todos los trabajadores, incluyendo los que trabajan por días.

 

Fuente: PRI