El servicio doméstico existe en Colombia desde el año 1525 aproximadamente. Son cerca de 500 años de historia de este oficio en nuestro país, un oficio que siempre ha sido la mayor fuente de empleo para las mujeres de bajos recursos y con escasa educación. En Colombia 1 de cada 7 mujeres se dedica al servicio doméstico remunerado para ganarse la vida. Este sector representa el 4 % del total de la fuerza laboral del país, con más de 800.000 trabajadoras domésticas.
El 80 % de las trabajadoras domésticas en Colombia está en la informalidad; más de 600.000 mujeres deben sobrevivir con salarios inferiores al mínimo, sin seguridad social, sin prestaciones sociales y sin hacer aportes al sistema de pensiones. La necesidad y la falta de oportunidades obligan a estas mujeres a aceptar estas condiciones laborales, lo que lleva a una gran injusticia social.
En Colombia una empleada doméstica informal trabaja en promedio 3 o 4 días a la semana y gana $35.000 pesos aproximadamente por un día de trabajo. Por lo general se acostumbra a hacer el pago en efectivo cuando la empleada termina sus labores. Habitualmente ellas gastan inmediatamente este dinero en cubrir sus necesidades básicas del día sin destinar un porcentaje de su salario a hacer un ahorro. Estas transacciones en efectivo sumadas a la escasa o nula educación financiera de las trabajadoras domésticas ocasionan que esta población no tenga hábitos de ahorro formal.
La falta de educación con relación a la importancia del ahorro a corto y a largo plazo está vinculada con la baja cotización al sistema de pensiones por parte del sector del servicio doméstico. En este contexto se destacan principalmente dos factores que impactan negativamente las finanzas de las trabajadoras domésticas y que al mismo tiempo afectan gravemente la economía nacional: las transacciones en efectivo y la evasión de los pagos del sistema de seguridad social.
Pagos en efectivo y exclusión financiera
Las trabajadoras domésticas en Colombia no son conscientes de la importancia de acceder al sistema bancario para construir un historial financiero que les permita acceder a créditos y otros mecanismos de ahorro formal. Los pagos en efectivo contribuyen a que estas trabajadoras estén fuera del sistema bancario y como consecuencia les resulte casi imposible poder comprar una vivienda u ofrecer a sus hijos una educación superior de calidad. Sin acceso a un crédito o a un ahorro estas metas se convierten en una utopía.
Esta exclusión financiera no solo tiene efectos negativos en la vida de las trabajadoras informales. A nivel macroeconómico tiene adversas implicaciones en términos de trazabilidad de los recursos y de recaudo fiscal. Las transacciones en efectivo son el fundamento de la economía informal y el principal drenaje de las bases tributarias.
Según el estudio ‘Reducción del efectivo y tamaño de la economía subterránea en Colombia’, realizado por la Asociación de Instituciones Financieras (Anif), en Colombia la economía informal representa el 40 % del PIB, cerca de unos 294 billones de pesos. Esto quiere decir que el país no percibe ingresos por los impuestos que generan estos dineros y como consecuencia aumenta el hueco fiscal.
Crisis del sistema pensional y envejecimiento demográfico
Una de las más graves consecuencias de la economía informal es que se convirtió en una peligrosa amenaza para la sostenibilidad del sistema de pensiones en Colombia. Actualmente solo 1 de cada 3 colombianos logra acceder a una pensión. La raíz de esta crisis es la baja cotización al sistema de pensiones que se deriva del trabajo informal.
Cerca de 14 millones de trabajadores informales no están haciendo los debidos aportes a pensión. Como consecuencia, se sigue aumentando el hueco fiscal de los 38 billones de pesos que tiene nuestro sistema de pensiones y lo peor, se proyecta que en un futuro un gran porcentaje de estos 14 millones de colombianos no podrá acceder a una pensión cuando acabe su etapa productiva.
El panorama es desalentador. Según las estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, en unos 25 años el envejecimiento de la población en Colombia será el doble de la actual, habrá más personas viejas que jóvenes y cada vez serán menos los colombianos que logren pensionarse aumentando de esta manera los índices de pobreza en Colombia.
Actualmente el gobierno está tomando medidas para minimizar el impacto de la informalidad en la economía colombiana. Sin embargo, es muy importante tomar conciencia de que este es un problema que nos afecta a todos los colombianos y está en nuestras manos ayudar a combatir la informalidad laboral que tanto daño le hace a los trabajadores y a la economía de la nación. ¡SI NO ERES PARTE DE LA SOLUCIÓN, ERES PARTE DEL PROBLEMA!